LA OTRA LETRA DE MANO A MANO[1]
Por Pablo Taboada
Tras el golpe institucional de 1943, el gobierno militar había decretado aplicar censura contra las obras de difusión pública escritas en lunfardo, con el pretexto de alentar la conservación de la pureza del idioma español (como si el propio español no tuviera nada que ver con la formación de las palabras lunfardas). En consecuencia, el lunfardo como mecanismo de expresión literaria de muchas letras de tango debió soportar abrumadores recortes en algunos casos brutales, que afeaban y adulteraban el sentido de muchos versos originales, como prueba la letra del tango de García Jiménez, “Farolito de papel”, que en la grabación de la típica de José García y sus “Zorros grises” con Alfredo Rojas en los cantables, resulta francamente ridícula.
Uno de los tangos de mayor renombre en la temática lunfarda, ha sido sin dudas “Mano a mano”, de Gardel, Razzano y Celedonio Flores. En tales circunstancias políticas, el tango de “Cele” también fue objeto de embates y represalias por parte de un comité de radiocomunicaciones, que se arrogaba la potestad de aprobar o censurar los textos que podían leerse por la radio, grabarse en discos o representarse en películas, libros u obras teatrales.
“Mano a mano”, llevaba en su germen literario una indisimulable carga de expresiones lunfardas de alta estética, que a pesar de su calidad poética, ciertos detractores de la cultura popular, pretendieron censurar. Aplicado el silencio oficial contra la letra de “Mano a mano”, la editorial Pirovano, pidió a Celedonio Esteban Flores la redacción de una nueva letra para someterla al comité de radiocomunicaciones.
Celedonio, con su talento inmenso y muy a pesar de haber sido uno de los más enérgicos opositores a la medida gubernamental contra los tangos lunfardos, accedió al pedido del editor y para que la obra siguiera en circulación, adaptó unos novedosos y “refinados” versos para su viejo “Mano a mano”.
No conozco grabaciones en ese lapso de esta letra[2], pero es la que aprobó el consejo de radiocomunicaciones y es la que reeditó la casa Pirovano en 1943. Si alguien en radio la cantaba, debía pronunciar las nuevas estrofas del tango. La letra adaptada por Celedonio y aprobada por el gobierno decía:
“Te recuerdo en mi tristeza y al final veo que has sido
En mi existencia azarosa, más que una buena mujer
Puso tu hermosa figura calor de hogar en mi nido
Fuiste noble, consecuente y yo sé que me has querido
Como no quisiste a nadie, como no podrás querer.
Se cruzaron nuestras vidas, tu bondad y mi bohemia,
Mi romántica bohemia veinteañera y pertinaz
Y pusiste la dulzura de tu amor que todo premia
En mi vida que llevaba mi rebelde neurastenia
De quien vive de sus sueños, de sus sueños nada más
Yo te dí lo que tenía… si el amor tuviera precio
Poseíste una fortuna de cariño y de bondad
El cariño de mi madre, el respeto y el aprecio
De esos hombres del pasado de temperamento recio
Que sabían del concepto del amor y la amistad
Yo no tuve más que darte, todo puse a tus antojos
Todo menos el respeto de mi propia dignidad
No quería que asomara una lágrima en tus ojos
Y evitaba con mis actos el menor de tus enojos
Porque sé donde comienza y termina la lealtad
Nada habrás de agradecerme, mano a mano hemos quedado
No me importa lo que has hecho, lo que hacés ni lo que harás
Los favores recibidos creo habértelos pagado
Y si alguna deuda chica sin querer se me ha olvidado
Te suplico que la olvides, que la olvides nada más
Y mañana si recuerdas el amor del tiempo viejo
Y ya muerta la esperanza te flaquea el corazón
Si precisás una ayuda, si te hace falta un consejo
Olvidando lo pasado y aunque esté ya solo y lejos
Me tendrás siempre a tu lado, cuando llegue la ocasión.
Evidentemente, esta letra poco tiene que ver con la reñida y complicada relación psicológico-afectiva que unía a los personajes que describía originalmente “Mano a mano”. El sentido de esta letra, es diferente. La relación entre el varón y la mujer no es la misma misteriosa historia de vida que narra la letra primitiva de Flores. Pero a pesar del cambio no menor de las palabras, Celedonio encuadra siempre un perfil inconfundible de su musa pensante. Puede percibirse que aparecen imágenes similares a la de los tangos “Cuando me entrés a fallar”, donde se resaltan las virtudes de la mujer respecto al encarrilamiento del hombre (cosa que no sucede en “Mano a mano”); “Canchero” (en cuanto a la reciedumbre de los hombres que conocen de lealtad, bondad y amistad como parámetros dignos de la vida afectiva) y hasta de “Sentencia” y “Nunca es tarde”, donde la madre es símbolo de bendición en la relación amorosa entre los protagonistas. Inclusive, una frase del tango “Sentencia” se repite exacta: “El cariño de mi madre…”
En definitiva, no puede ponerse en tela de juicio la autoría de la reescritura del tango. (Más allá de que conservo el ejemplar de propaganda de la casa Pirovano donde se encuentra plasmado lo que estoy contando).
Poco antes de la asunción de Perón, cuando éste era coronel, secretario de Trabajo y Previsión, Ministro de Guerra y Vicepresidente de Edelmiro Farrel, se apersonó en más de una ocasión con los representantes de SADAIC a efectos de ir tratando el tema de la prohibición del lunfardo. Cuando en 1946, llegó al gobierno, derogó la prohibición y los tangos volvieron a cantarse con sus letras originales.
Aparentemente, habría habido un encuentro entre Perón y algunos letristas en 1946, cuando el flamante mandatario les anunció personalmente de que se dejaría sin efecto el decreto contra el lunfardo. Celedonio, que era un poeta libertario (basta repasar la letra de “Gorriones”) era uno de los más fervientes opositores a la censura. Pero tras la reunión había disipado su enojo, puesto que “Mano a mano”, podía volverse a ejecutar con su letra primogénita[3].
[1] No debe confundirse esta letra del propio Celedonio, con otra que había escrito Eduardo Escariz Méndez para el tango “La cornetita”, que solía cantarse con la música de “Mano a mano”, ya que se aprestaba a la métrica de los versos de Méndez. Según recuerdos de mi abuelo David Taboada, -guitarrista y cantor aficionado que llegó a trabajar en la compañía de Tomás Davantés en radio Del Pueblo (cuando era todavía Bernotti y el locutor era el joven Hugo Piero Fontana, o sea Del Carril)-, Gardel cantaba esa letra en privado, en sus habituales visitas a los comités conservadores de Barceló en la Provincia de Buenos Aires. el coleccionista y difusor Antonio D'Agostino, recuerda la misma historia. “La cornetita”, contaba con música de Graciano De Leone. Aquella misma dupla autoral, había escrito “Así canto yo”. Este tango en realidad, era un experimento tanguistico. Se había escrito un tango y luego, en un segundo tango, se seguía narrando la historia del personaje que se había marchado a tierras lejanas para olvidar una confusa relación sentimental. Cuando Gardel la llevó al disco, hizo un combinado de los dos tangos de Méndez, quedando la historia un tanto inconclusa.
[2] Sí existe una adaptación llamada “La piba de mano a mano”, donde la letra está reescrita para que la cante una mujer que lanza sus dardos contra el varón de poca monta. Juanita Larrauri la llevó al disco, pero en los años sesenta. La versión de esa caricaturización femenina de “Mano a mano”, la llevaron a cabo el músico Tití Rossi y la propia Larrauri, quien llegó a ser senadora por el peronismo, ya que había sido muy amiga de María Eva Duarte.
[3] Varios autores del ambiente, confirmaron que la historia de “Mano a mano”, la tomó Celedonio Flores de una relación que había vivenciado su amigo, el cantor Fernando Nunziatta, que a su vez, era el inquilino del bulín de la calle Ayacucho. Ambos tangos, fueron inspirados aparentemente por ese añejo cantor. Nunziatta cantaba con Geroni Flores a principios de los años veinte y llegó a grabar justamente acompañado por Geroni, el tango de éste y Samuel Linning, “Melenita de oro” en un disco Víctor de los años 1922/23, aproximadamente.